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jueves, 5 de noviembre de 2009

TRISTEZA...


Los cambios bruscos en la rutina - como separarse de un ser querido- pueden hundir al animal en una profunda depresión.

Un cambio de rutina, el oportuno tratamiento con fármacos y el afecto de sus dueños pueden reanimar a un perro en cuestión de semanas.

Eran perros tiernos y alegres que de pronto pasaron a ser casi unos desconocidos: no venían cuando los llamaban, no comían, no dormían.

Así es la depresión canina, un mal mucho más frecuente de lo que se cree y que - al igual que en seres humanos- responde a un desbalance de neurotransmisores en el cerebro.

El perro está acostumbrado a vivir en jaurías y, por lo tanto, le afectan los cambios ambientales que puedan ocurrir en su familia. Por eso, si bien depende mucho de las características de cada perro, se sabe que las razas pequeñas presentan más patologías de este tipo, dado que suelen desarrollar una estrecha relación con sus dueños.

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